Capitulación de Ayacucho: ¿Rendición o acuerdo?

Escribe: Omar MESTANZA GARCÍA

Abogado por la UNMSM, Miembro honorario del Grupo de estudios Sociedades – GES  

Fuente: http://www.historiaperuana.pe

Cada 9 de diciembre, los peruanos recordamos románticamente la retirada del ejército realista de nuestro país luego de resultar vencidos en la Batalla de Ayacucho y suscribir la “Capitulación de Ayacucho”. En esta, José Canterac (1), en representación del ejército realista, firmó los términos de su rendición ante el general Antonio José de Sucre, en representación del ejército patrio, reconociendo así la ansiada independencia del Perú.

“Capitular” significa rendirse. Sería contraintuitivo referirse a una “capitulación” donde el ejército vencedor no imponga los términos de rendición. Lo cierto es que la “Capitulación de Ayacucho” (“Capitulación”) impuso términos bastante negativos para nuestro país. De hecho, para algunos investigadores, este es un indicio para teorizar que, en realidad, no hubo una batalla. Habría sido tan solo una simulación. Si el ejército realista había resultado vencido, ¿por qué había que reconocerle términos favorables? De los 18 artículos que contiene la Capitulación, el más negativo fue el reconocimiento de la deuda generada en favor de España como consecuencia de la guerra independista, lo que instaló una “bomba de tiempo” que, junto con otros factores, devendría en la posterior Guerra entre Perú y España de 1865, durante los gobiernos de Pezet y Mariano Ignacio Prado, pues dicha deuda fue reclamada por los españoles en 1860 (Claudia Rosas 2021, 107).

Sin embargo, es necesario entender el contexto de la guerra para comprender la finalidad de la “Capitulación”. La razón principal de que existieran términos favorables para el ejército español era que la mayoría de sus miembros eran peruanos: quechuas, aimaras y mestizos (Basadre 1968, 109). Si se imponían términos negativos, serían los peruanos, leales a la causa española, los que serían perjudicados. Estratégicamente, ello no era viable, pues España podía aprovechar esta situación para reiniciar acciones bélicas con el refuerzo de una tropa peruana descontenta.

Existe evidencia documentada, además, principalmente en el archivo de las actas sucedáneas a la Capitulación, de que fueron los generales del ejército realista (2), quienes, viéndose traicionados por los mestizos, quechuas e indios peruanos de su propio ejército, solicitaron su “capitulación” ante el ejército liderado del general Antonio José de Sucre. Y, finalmente, el objetivo del ejército libertador era expulsar definitivamente a cualquier español del territorio nacional, aunque el costo sea alto.

El balance histórico de la Capitulación, por tanto, debe ser medido en el contexto en que sucedieron los hechos: un ejército mayoritariamente peruano leal a la causa española diezmado por un ejército libertador que, estratégicamente, necesitaba que ambos bandos en conflicto resultasen ganadores para los propósitos independentistas.  No hay que censurar a Antonio José de Sucre por una Capitulación tan generosa, sino entender que el objetivo final en ese momento era que todos los españoles se marchasen del Perú definitivamente.

Notas

(1) José de la Serna, reconocido históricamente como el último virrey de España, fue herido en la Batalla de Ayacucho, de modo que el general Canterac lo reemplazó en las negociaciones de rendición.

(2) Para algunos historiadores, el general Jerónimo Valdés habría solicitado la rendición, aunque esto no está confirmado.

Referencias

Basadre, J. 1968. Historia de la República del Perú. Lima.

Rosas, Claudia. 2021. La lucha por la libertad: Rebelión, guerra e independencia (1780-1826). Nueva historia del Perú republicano. Lima: Derrama Magisterial.

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